Inicio > Nosotros > Historia

Historia

Por: Francisco Ortiz Ortiz*


Inmueble que ocupa la Facultad de Ingeniería Química. Foto de: Rufino Vázquez Piedra

 

Entre los años de 1954-1956, bajo la direccíon del ilustre maestro Gustavo Urcid Bautista, la hoy Facultad de Ingeniería Química, consolidó su desarrollo académico.

 

A 60 años de iniciarse la enseñanza de la Ingeniería Química en Puebla, precisamente en nuestra Universidad, la Facultad de Ingeniería Química retoma su rumbo hacia una nueva época. En la celebración de su LX aniversario, el 24 de septiembre de 1998, su director, Elías Jiménez Salgado, anunció el desarrollo de estrategias para fortalecer esta unidad acadéemica, su quehacer de enseñnanza y en breve de la investigación, así como la apertura de otras licenciaturas, maestría y doctorado.

 

Con esta perspectiva, esa facultad ha iniciado los trabajos de autoevaluación y se propone lograr mayor acreditación de la calidad de la enseñanza que imparte, lo que garantizará a sus egresados posibilidades para desempeñarse en el país y en el extranjero. Asimismo, ha integrado su patronato con la participación de empresas y de egresados, cuya tarea es la consecución de recursos financieros para fortalecer la infraestructura de la facultad, pues desde la ocupación de sus propias instalaciones en Ciudad Universitaria, en 1970, en sus laboratorios operan los mismos equipos, sobra decirlo, obsoletos.

 

Los poco más de tres mil ingenieros químicos formados en esa unidad académica en estos 60 años son ejemplo a seguir por las futuras generaciones, que ahora estudian y los que ingresen en los próximos años; y es un compromiso de las autoridades universitarias y de su misma comunidad llevar a esa facultad a niveles de competitividad y excelencia, que la identifique como líder en la formación de ingenieros químicos en la región y el país.

 

Presentamos a continuación una síntesis de la historia de esta profesión.

 

La química, ha generado nuevas profesiones

 

La química, ciencia que estudia la materia, su estructura, sus cambios y transformaciones, sus relaciones con la energía y las leyes que rigen esos cambios y transformaciones, comenzó a enseñarse formalmente en el siglo XVIII y ha generado numerosas profesiones, entre ellas la ingeniería química, con campos específicos pero que tienen como eje a esta ciencia. Según el Instituto Americano de Ingenieros Químicos (AIChE), la ingeniería química es la profesión en la que el conocimiento de las matemáticas, la química y otras ciencias naturales adquirido por el estudio, la experiencia y la práctica, se aplican con el adecuado criterio para desarrollar métodos económicos para el aprovechamiento de los materiales y la energía, en beneficio de la humanidad. Esta profesión es una tecnología o estudio sistemático de procedimientos para innovar, modificar y fabricar conscientemente productos químicos.

 

El ingeniero químico es el profesional que se encarga de la planeación, diseño, construcción, operación y administración de las plantas químicas y, en general, de las plantas de procesamiento de materiales. Así, la industria química es estratégica, pues contribuye en forma notable al desarrollo de un país, sus productos son vitales para el funcionamiento de la economía; como ejemplo tenemos a las gasolinas y sus derivados, los fertilizantes, los medicamentos o los plásticos. Por ello casi todos los países forman profesionales de la química, entre ellos los ingenieros químicos. Con el desarrollo de la química, en los siglos XVIII y XIX aparecieron cada vez más sustancias, descubiertas o sintetizadas por los químicos, muchas mejoraron las propiedades de los productos naturales y, de pronto, en el norte de Europa se llenó de fábricas que generaban productos desconocidos hasta entonces.

 

 


Al centro los ingenieros Constantino Solano Montiel y José García Limón, recibiendo una explicación de procesos químicos.

 

En las universidades, partiendo de cero, se formaban químicos industriales e ingenieros mecánicos para construir y operar esas plantas, pero hacía falta un profesional propio para este desempeño. Hacia 1880 hubo personas que se dieron cuenta de que el diseño y creación de plantas químicas se convertía en una actividad especializada y que podría ser una disciplina nueva. Así, en 1884 Henry Edward Amstrong, en Londres, planeó un curso de cuatro años que incluía química, ingeniería mecánica, matemáticas, física, dibujo, tecnología química, talleres y lenguas modernas, pero tuvo muy poco éxito. Tres años después, Georges Edwards Davis, inspector y consultor de la industria de álcalis, dictó una serie de conferencias en la Escuela Técnica de Manchester, Inglaterra, acerca de la tecnología química; fue el primero en considerar los procesos de manufactura química como la secuencia y combinación de un pequeño número de operaciones, aunque nunca usó el término operaciones unitarias, y publicó varias de sus ponencias en la revista Chemical Trade Journal que él fundó.

 

En 1901, Davis publicó su Manual de Ingeniería Química, en el que daba un curso completo de esta naciente profesión, obra con la que se inició la enseñanza de la ingeniería química, aunque este concepto tuvo escasa acogida en Europa, en los Estados Unidos de Norteamérica comenzaron a impartirse cursos de ingeniería química en el Instituto Tecnológico de Massachussets, en 1888; y en las universidades de Peen, en 1892; en la de Tulane, en 1894; y en la de Michigan, en 1898. El primer plan de estudios incluía química, física, matemáticas, ingeniería mécanica, electricidad, dibujo, pero ninguna materia que tratara de la ingeniería química, sólo cursos relacionados con los procesos químicos de boga. Fue hasta 1908, con la formación del AIChE, cuando la ingeniería química se consolida como profesión, fruto del trabajo de varios profesores y del editor de la revista The Chemical Engineers, el químico Richard K. Meade; ya desde 1898 se habían editado varios libros para el diseño y operación de plantas, que describían procesos, diagramas de flujo, condiciones de operación y recetas para la fabricación de productos químicos.

 

La aparición del concepto operaciones unitarias permitió la transformación de la ingeniería química, poco a poco, en un todo coherente y dejó de ser una simple mezcla de química con ingeniería mécanica; los ingenieros químicos probaron ser un elemento importante en el diseño, construcción y manejo de las plantas químicas, por ello la carrera se extendió por todo el mundo. Casi en todas las universidades y los institutos tecnológicos que impartían esta carrera investigaban el comportamiento de los equipos que se utilizaban en las plantas químicas y las propiedades de las sustancias que allí se procesaban; en 1923 apareció el primer libro de operaciones unitarias: Principios de la ingeniería Química, de Walker, Lewis y Mc Adams, y el 1934, el Chemical Engineers Handbook, de John H, Perry.

 

En la década de 1950 surge la cinética y diseño de reactores como una rama de la ingeniería química para conocer mejor el funcionamiento de los equipos en los que se efectúan la reacción química; desde entonces el reactor ha sido considerado como el corazón del proceso y se desarrolla la ingeniería de los reactores químicos, que impulsan investigadores como Octave Levenspiel, que en febrero de 1998 visitó nuestra Facultad de Ingeniería Química e impartió la conferencia Marking friends with chemical reactors, invitado por la Universidad de las Américas Puebla y la Sección Puebla del Instituto Mexicano de Ingenieros Químicos (IMIQ).

 

Poco a poco se detectaron principios comunes entre las operaciones unitarias, lo que fortaleció las bases científicas de la ingeníeria química; el concepto fenómenos de transporte ejerció luego gran influencia en la ingeniería química tranformándola, proceso que se aceleró con el uso de la computadora a fines de los años 60. Desde 1980 en énfasis de la ingeniería química se centró en la necesaria reducción de la contaminación industrial, el control de afluentes que pueden contaminar el agua, aire y suelos, sobre todo en las grandes urbes, y ha propuesto opciones como los detergentes biodegradables, la gasolina sin plomo, o el procesamiento de la basura. Ante los grandes problemas económicos de estos años, los planes de estudio de la ingeniería química ponen énfasis ahora también en el estudio económico de los procesos, en la llamada ingeniería económica. Hoy la ingeniería química se ha extendido a otros campos y ha dado origen a una serie de ingenierías, como la biomédica, la bioquímica, la electroquímica y la ambiental, organizándose en un conjunto de conocimientos aplicables a todos los procesos industriales que involucran la transformación de la materia.

 

 


Refinería de Petróleo en Meraux, Lousiana que recibió a un grupo de profesores de la UAP.

La ingeniería químíca en México

 

La profesión de ingeniero químico en México tiene su origen en la Escuela Nacional de Ciencias Químicas, que fundó en la UNAM Juan Salvador Agraz, en 1916. A principios de 1920, en la industria se presentaban problemas que requerín de conocimientos adicionales a la química; se agregaron al plan de estudios de la carrera de químico algunas materias de otras ramas de la ingeniería, y se creó la profesión de químico técnico, antecedente directo de la ingeniería química. Pero es hasta 1926 cuando el ingeniero industrial militar Estanislao Ramírez funda la carrera de ingeniero químico, con la intriducción en México del estudio de las operaciones unitarias con el nombre de física industrial, debido a que los profesores consideraban que esta materia no añadía conocimientos de química y por ello no debería denominarse ingeniería química; sin embargo, este curso pronto se constituyó en parte medular de la nueva profesión en México.

 

Becado, Estanislao Ramírez estudió en Francia, donde tuvo la oportunidad de participar como ayudante de Le Chatelier; en la Primera Guerra Mundial se trasladó a los EUA donde participó como asesor del gobierno norteamericano en aspectos industriales, allí conoció a William H. Walker, Warren K. Lewis y William H. Mc Adams, profesores de ingeniería química del Instituto Tecnológico de Massachussets y autores del libro clásico Principios de ingeniería química, editado en 1923. Como catedrático en la Escuela Nacional de Ciencias Químicas, Estanislao Ramírez recibía del doctor Mc Adams material didáctico empleado en el MIT para comprobar el grado de aprendizaje de sus alumnos, y así “llegarían a ser tan buenos o mejores profesionales que los formados en el extranjero”.

 

Estanislao Ramírez consideraba que el desarrollo industrial de México requería de la titulación de sólo tres ingenieros químicos al año, “corría diariamente del salón a varios de sus alumnos, hasta que por fastidio optaban por cambiarse de carrera; con esta actitud reducía el tamaño del grupo a una cuarta parte, y terminaban el curso siete u ocho alumnos”, relata el ingeniero Alberto Urbina del Razo, y uno de sus primeros estudiantes y después, maestro emérito de la UNAM.

 

 


Grupos de profesores y alumnos en el tercer patio del Edificio Carolino, donde se ubica la Escuela de Ingeniería Química.
Al centro el Mtro. Francisco de P. Tenorio, director del Observatorio que se encuentra en la planta alta del Edificio Carolino

 

Los primeros ingenieros químicos en México fueron Lorenzo Pasquel, Ignacio García Sancho, Julio Montaño Novello, Juan de Garibay y Luis Ortega Uhink, en 1925; Roberto Galvez y Edmundo de Jarry, en 1926; Manuel Lombera Lugo, Manuel Dondé Goruzpe y Pablo Hope, en 1927; Ramón Domínguez, en 1928; Manuel Mascott López, en 1932; Alberto Urbina del Razo, Ramón Medellín, Antonio Guerrero Torres y Ernesto Ríos del Castillo, en 1934. Muchos de ellos se integraron a la planta docente.

 

La nacioanlización petrolera, en 1938, permite demostrar la alta capacidad de los técnicos formados en México, pues profesores y estudiantes de la Escuela Nacional de Ciencias Químicas se hacen cargo de las instalaciones expropiadas desde los primeros días, atendiendo al llamado del presidente Lázaro Cárdenas del Río, y logran evitar la paralización de las operaciones, que era lo que esperaban las empresas extranjeras para que el gobierno diera marcha atrás en el decreto expropiatorio. Es así como se inicia una etapa importante del desarrollo industrial del país y, en particular, de la carrera de ingeniero químico.

 

 


Grupo de profesores entre ellos: José Lerena, Arcadio Medel Marín, director de la escuela,
Guillermo Camargo, Álvaro Portalópez, Ma. de los Ángeles Mellado García y Pedro Lira.

 

En 1933, la Escuela de Química de la Universidad Autónoma de Nuevo León abre esta carrera; en 1937 se crea la Escuela de Ingeniería Química de la Universidad de Puebla. Los egresados de estas tres escuelas comienzan a ocupar puestos clave de decisión técnica y responsabilidad directiva en la industria química y petrolera, y en otros campos de actividad industrial. Dos años después, el recién creado Instituto Politécnico Nacional abre la carrera de ingeniero químico petrolero y la de ingeniero metalúrgico, en la Escuela Superior de Ingeniería y Arquitectura; en 1943, al crearse el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey imparte también ingeniería química; dos años después, Estanislao Ramírez propone al IPN ofrezca la carrera de ingeniería química industrial, y crea en 1947 la Escuela Superior de Ingeniería Química e Industrias Extractivas, que agrupa a las tres carreras: ingeniería química petrolera, ingeniería metalúrgica e ingeniería química industrial.

 

En 1949 ofrece ingeniería química la Universidad Iberoamericana; en 1951, la Universidad de Guanajuato; en 1956, la Veracruzana; en 1957, la de Sonora; en 1958, los tecnológicos regionales de Ciudad Madero, Tamaulipas, y de Chihuahua. En la década de 1970 hay un crecimiento explosivo en esta profesión y se imparte en 30 instituciones más, y en 18 más en los 80; década en la que la UAM Iztapalapa ofrece el doctorado, luego la UNAM y el Tecnológico de Celaya. Actualmente imparten la carrera de ingeniero químico 56 instituciones de educación superior en 63 planteles, 29 de ellos en universidades públicas, 25 en tecnológicos y nueve en instituciones privadas. La matrícula ha tenido un crecimiento acelerado también, mientras en 1970 había 12 mil alumnos, en 1980 eran ya 22 mil, cinco años después había 25 mil 700 estudiantes y para 1990 la población se redujo a 23 mil 700.

 

Organización de los ingenieros químicos

 

La organización de los preofesionales de la química y de la ingeniería química en México se impulsa con fundación del Colegio Nacional de Ingenieros Químicos y Químicos (CONIQQ) en 1946, cuyo primer presidente fue el ingeniero químico Ernesto Ríos del Castillo. En 1957 se crea el Instituto Mexicano de Ingenieros Químicos, con el ingeniero César O. Baptista como presidente. A 30 años del inicio de la enseñanza de la ingeniería química en Puebla, en la máxima casa de estudios del estado la UAP, un grupo de ingenieros visionarios integró la Sección Puebla del IMIQ, y preside la primera mesa directiva el ingeniero Ernesto Ríos Montero. Actualmente esta sección la preside el ingeniero químico Alejandro Fonseca Martínez, quien además dirige el Boletin IMIQ-Puebla.

 

La ingeniería química en la UAP

 

En 1938, Puebla tenía una población de 148 mil habitantes, sus límites eran la colonia Santa María, al norte; Humboldt, al oriente; 17 sur o San Sebastián, al poniente; Agua Azul y El Carmen, al sur. Un año antes, el antiguo Colegio del Estado de Puebla se había transformado en Universidad de Puebla; toda su población estudiantil: 562 alumnos, 312 de ellos en profesional y 247 en preparatoria, se concentraba en el Edificio Carolino. Ese año dos estudiantes visionarios: Constantino Solano Montiel, Secretario de la Federación de Estudiantes de Preparatoria, y Antonio Lobato Velázquez, su colaborador, deseosos de es estudiar una nueva profesión y ante la carencia de recursos para cursarla en la Ciudad de México, en la UNAM, propuesieron la apertura de la carrera de Ingeniería Química en la Universidad de Puebla. Para ello, interesaron en el proyecto al Ing. Arcadio Medel Marín, director de la preparatoria.

 

Plantearon su propuesta al rector Manuel L. Márquez, quien los envió con el gobernador Maximino Ávila Camacho; visitaron también la Facultad de Ciencias Químicas de la UNAM donde recibieron asosorí y los planes y los progranas de estudios. Integraron el proyecto, y el Ing. Medel Medel Martín lo presentó al rector, luego el Consejo Universitario, y más tarde fue turnado al Congreso del Estado para su aprobación. Pese a la oposición de algunos químicos, que decín que los egresados no serín ni químicos ni ingenieros, ese mismo año abrió sus puertas la nueva escuela, con el químico Álvaro Porta López como director, al mismo tiempo que dirigía la Facultad de Ciencias Químicas; en 1940 esta escuela, junto con la de Ingeniería Civil, también de reciente creación, integraron la Facultad de Ingeniería, que tuvo como sede LAS CATACUMBAS.

 

A la derecha de la escalera que da acceso a las llamadas Catacumbas se ubicaba el Laboratorio de Análisis Cualitativo, que contaba con una balanza y una mufa; a la izquierda estaban las aulas, la más famosa era la alberca por el desnivel que tenía, y también la biblioteca, con unos cuantos libros de ingeniería y unas viejas revistas. Aún cuando la Universidad vivía en la penuria, con carencias proverbiales, muchos profesores no cobraban por falta de fondos y otros no asistían a clases, pues el presupuesto de la Universidad era práticamente el mismo año tras año; sin embargo, con el aval del rector y del gobernador, se otorgó un presupuesto adicional a la nueva escuela. Al año siguiente ingresaron Baudillo Siedler, Gustavo Urcid Bautista y José García Limón; en 1940 nadie se inscribió, entonces los fundadores convencieron a Víctor Yerena y ellos mismos se reinscribieron nuevamente a primer año para evitar el cierre de la carrera y hubiera por lo menos cuatro estudiantes.

 

Los primeros maestros

 

La carrera de ingeniero químico se inicio con la impartición del álgebra superior, matemáticas (geometría analítica y cálculo), mecánica analítica, química de no metales, análisis cualitativo y laboratorio de física en primer año. Participaron como profesores en los primeros años, además de Porta López, los ingenieros Medel Marín, que fue el segundo director de la escuela; Tomás Posadas, Luis Arrioja Landa, fundador de la fábrica de cementos en Puebla; Pedro Lira, Felipe Spota, Guillermo Camargo, Juan Matienzo, Enrique Allende y Aarón Merino Fernández, que después fue gobernador.

 

Además, los químicos Mercedes Morales, Ma. De los Angeles Mellado, Carmen Martínez, Felix Hernández, Eugenio de la Parra, Francisco Marín y Roberto Suárez Soto. En 1940 se integraron los ingenieros José Fernández Lerena y José Sánchez Rodríguez, originarios de las Islas Canarias y de Madrid, respectivamente, exiliados en México a raíz de la Guerra Civil Española, y por mas de treinta años se entregaron a la docencia en la formación de ingenieros químicos y civiles. También, el ingeniero Joaquín Ancona Albertos, proveniente de Yucatán, experto en matemáticas y aficionado a la astronomía; el ingeniero electrecista Marcos Nieto Casuski.

 

Al egresar los primeros ingenieros químicos, Solano Montiel (primer titulado) y Lobato Velázquez, posteriormente Jara Pérez, Urcid Bautista, García Limón y varios más, fueron integrándose a la planta docente, y algunos llegaron a ser directores de la escuela. Fue bajo la dirección del ingeniero Lobato Velázquez, cuando los estudiantes de ingeniería civil, al ver el progreso de los de ingeniería química, pidieron un director para ellos y se separaron ambas escuelas. Una de las administraciones más brillantes fue la del ingeniero Urcid Bautista (1956-1963), con maestría en matemáticas y en ingeniería química en los EUA, se convirtió en el coco de los estudiantes, eleva el nivel académico y deja huella de admiración y afecto, pero también de envidia de algunos profesores y de rencor en los malos alumnos; esta fue la época de oro de la hoy Facultad de Ingeniería Química. Buena parte de los egresados han sido reconocidos como dedicados profesores y responsables profesionales.

 

Bienvenida y novatadas

 

Los nuevos alumnos en cada ingreso eran bautizados, acto que se efectuaba en las inmediaciones del Puente de México, en las Ánimas o en la casa del pulquero conocido como el Charro Contreras. se disponía de dos barricas de pulque, una para el bautizo y otra para el consumo; para los viejos estudiantes había barbacoa. Cada aspirante debía subirse a un montón de arena y le daban una gran jarra de pulque que debía colocársela en la cabeza, y dar de vueltas mientras todos cantaban La garzonera, canción que nadie sabe su orígen:

 

Ya la garzonera
pasa la botella
a nuestro camarada
mientras que la toma
cantemos todos:
Bomba, bomba, bomba
bomba, bomba, va.

 

Al oír la palabra bomba el bautizado devía empezar a beber, y al terminar la jarra el coro cantaba:

 

Se le ha acabado
y no le ha hecho daño
el vino de brocaya
a nadie le hace mal
a nadie le hace mal

 

En ese momento, el padrino, un antiguo alumno vaciaba unos litros de pulque en la cabeza del recien aceptado en la Sociedad de Alumnos Distinguidos de Ingeniería, y se le decía el nombre con el que iba a ser coronado. Esta era una fiesta de ingenieros químicos y civiles, que en esos tiempos convivían con un alto grado de compañerismo.

 

Lista de Directores

 

 

Los güeros de ingeniería

 

En los primeros años de la década de 1960, un dia llegó un grupo de alumnos al laboratorio de análisis cualitativo con el ingeniero Raúl Sánchez Teruel; muy misteriosos empujaron a uno de ellos, quien luego explico lo que deseaban, obviamente no eran alumnos del curso. Una de sus hermanas iba a salir en una obra de teatro, y ellos ya habían intentado todo para pintarle el cabello, sin resultado alguno. El maestro trató de ayudarlos, les aconsejó usar agua oxigenada de diez volúmenes, incluso les dijo que la solicitaran al almacén; que lavaran muy bien el pelo con agua muy ligera de amoniaco para desangrarlo. Al día siguente, sus alumnos tardaban en entrar a clase en el laboratorio, y por fin entró uno todo sonrojado, con una gorra de media en la cabeza, y asi uno a uno fueron entrando; el maestro les exigió descubrirse la cabeza porque era falta de educación estar cubiertos en clase.

 

Por fin se quitaron las gorras y "disfruté de un cuadro que pocos han podido gozar: los jóvenes se habían convertido en nórdicos, había güeros de todos los tonos, desde los casi platinos, los verdosos hasta cambujos, algunos rizados y otros con pelos de puerco espin, y cara de asustados. Me ganó la risa", narra el ilustre maestro. Con estos Vikingos fue inaugurada una etapa más de la escuela, la de los güeros, que los distinguió como estudiantes de la Facultad de Ingeniería.

 

Bibliografía:

Boletín IMIQ Puebla, año III, No. 2, marzo de 1998
Boletín IMIQ Puebla, año III, No. 7, agosto de 1998
IMIQ, revista del Instituto Mexicano de Ingenieros Químicos marzo abril 1996, año XXXVII, Vol. 3-4.
IMIQ, revista del Instituto Mexicano de Ingenieros Químicos julio agosto 1996, año XXXVII, Vol. 1-2.
IMIQ, revista del Instituto Mexicano de Ingenieros Químicos marzo abril 1997, año XXXVII, Vol. 3-4.
IMIQ, revista del Instituto Mexicano de Ingenieros Químicos julio agosto 1997, año XXXVII, Vol. 7-8.
Cuaderno de discursos de ing. Raúl Sánchez Teruel, en la celebración de hermicentenario de la Escuela de Ingeniería Química de la UAP, 1998. (inédito)

 

(*) El autor, Francisco Ortiz Ortiz

 

Ingeniero químico egresado de la UAP, generacíon 1974-1979, titulado en 1980; reportero de la Dirección de Comunícacion y Relaciones Públicas desde 1975, donde ha sido jefe de información, de ediciones y editor del periódico Estudiantes. En 1986 particip&oiacute; en el curso del Instituto Internacional de Periodismo "Jose Marti" en la Habana, Cuba auspiciado por la Organización Internacional de Periodistas, de la UNESCO y la Unión de Períodistas de Cuba; corresponsal de Excelsior en Tlaxcala, en 1987; director de Comunicacion e Imagen de IMIQ Puebla desde 1993; y diplomado en divulgación de la ciencia, por la UNAM, 1997.